Las piezas que forman parte de este proyecto expositivo se mueven en ese terreno difuso que está a caballo entre la pintura, la escultura y el collage, y todas ellas parten de un mismo punto de inspiración: objetos procedentes de derribos o elementos naturales encontrados en los pueblos del entorno, sobre los que se construye una propuesta arquitectónica que alude, no sólo a esa relación ciudad-pueblo, sino a muchos y muy diversos campos del pensamiento humano: literatura, música, geografía, urbanismo, matemáticas, mecánica…
Se trata en definitiva de descubrir la poesía que se esconde en los objetos despreciados o desechados y, descontextualizándolos, potenciar su valor expresivo, su capacidad comunicativa, conservando la huella del paso del tiempo que en ellos se refleja, pero no para observarlos desde un punto de vista meramente etnológico, sino para proporcionarles un orden nuevo, pues, al introducir en ellos la composición conceptual y abstracta, abrimos una puerta a la reflexión sobre nuestros propios recuerdos y referencias, apostando por una sociedad más humanizada, sin renunciar a la modernidad, al diseño o a la tecnología.

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